Te me apareciste en un sueño.
Yo te decía que por favor tuvieras cuidado porque en los próximos meses te ibas a morir.
Vos me decías: ¡¿qué?! Mientras te reías en esa media lengua que mantenía lo universal de la sonrisa compartida.
Y te seguías riendo, como si fuera un disparate.
Y sí, lo era.
Y sí, aún lo sigue siendo.
Aunque sea increíblemente real.
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