Tengo un amigo que se llama Miguel. Nos conocimos mediante una amiga en común con quien comparte departamento. Durante algunos meses, salíamos los tres, hasta que nuestra amiga en común se evaporó tras un chico que vive en Mar del Plata y a partir de ese día poco sabemos de ella y su paradero. Miguel y yo nos seguimos viendo y compartiendo soledades. Perdida nuestra amiga en los brazos del ancho mar, y ausente del departamento, desde hace un tiempo, se repite la siguiente rutina casi todas las semanas o fin de semana de por medio: alguno de los dos le manda un mensaje de texto al otro en noches de viernes o sábados en las que se queda en banda y el otro responde si está disponible. Entonces, uno de los dos va a la casa del otro provisto de cerveza. La mayoría de las veces voy yo. Entonces, llego, dejo la cerveza en la cocina, me saco la campera, me acomodo en el sofá, me pongo a ver la tele. Miguel va en busca de los vasos, sirve la bebida espirituosa, charlamos de nuestra semana, el me habla de sus mujeres y yo de mis pocos hombres, seguimos mirando la tele o a veces vemos una película y cuando vamos por la segunda cerveza, me voy quedando dormida, hasta que Miguel me despierta para decirme si me quiero pasar a su cama, que el se queda durmiendo en el sofá. Eso es todo. Ni abrazos, ni besos, ni histeriqueos, ni tocaditas, ni nada. A veces pasa también, que antes de la segunda cerveza salimos a caminar por ahí para despejarnos y que nuestras noches de sábado no se reduzcan a ese acontecimiento.
Lo que más me gusta de mi relación con Miguel es la nula tensión sexual e histeriqueo que ronda en el aire cuando estamos juntos, siendo que ambos somos heterosexuales y Miguel es un tipo bastante lindo (la primera vez que Lula lo vio me dijo: ¿qué esperás para agarrártelo?). También me gusta poder tener una mirada masculina, sin celos, ni segundas intenciones cuando le hablo de tipos que me gustan.
Y cómo para mí dormir en lo de Miguel es una de las cosas mas naturales del mundo, a veces, me olvido de las convenciones de mi madre, quién hoy me llamó y ante la respuesta: “anoche me fui a lo de Miguel, salimos a caminar a la costanera, nos comimos un sándwich de vacío y me quedé a dormir en su departamento”, hizo un silencio de cinco minutos y me preguntó:
-¿Y cuando vas a traer a este chico Miguel a casa así lo conocemos?
Lo que más me gusta de mi relación con Miguel es la nula tensión sexual e histeriqueo que ronda en el aire cuando estamos juntos, siendo que ambos somos heterosexuales y Miguel es un tipo bastante lindo (la primera vez que Lula lo vio me dijo: ¿qué esperás para agarrártelo?). También me gusta poder tener una mirada masculina, sin celos, ni segundas intenciones cuando le hablo de tipos que me gustan.
Y cómo para mí dormir en lo de Miguel es una de las cosas mas naturales del mundo, a veces, me olvido de las convenciones de mi madre, quién hoy me llamó y ante la respuesta: “anoche me fui a lo de Miguel, salimos a caminar a la costanera, nos comimos un sándwich de vacío y me quedé a dormir en su departamento”, hizo un silencio de cinco minutos y me preguntó:
-¿Y cuando vas a traer a este chico Miguel a casa así lo conocemos?
Comments
Le está cortando las alas.
Atte.
no sé...no sé.
Alomejor en sus tiempos no se daba mucho...
En fin...un beso.
Karla: asumo que a algunos de mis amigos les resulte extraña la relación, así que a madre, ni te cuento!.Saludos, gracias por pasar.
Anónimo: se quién es. y le aseguro que si sigue así nunca tendrá su post.
La99:jjaja.. genia!!.. ya apareceremos por alguna reunión para que registre otra escena bizarra en su cabecita. besos!!
Pero, como las brujas, existir existe. Y es bueno que alguien, por fin, pueda disfrutarla.
Cordialmente,
Yo.
Saludos cordiales
cuidado igual, todo muy lindo pero un dia vas a amanecer hecha brochete! :P
tkm
mar