Entonces, a veces pasa, que las horas se relajan y marcan un compás muy diferente al vaivén de los 60 minutos a los que nos tienen acostumbrados. Y los eventos se suceden como un suspiro y al mismo tiempo se cristalizan en el aire para siempre. El día en que conocí a Javi las horas marcaron ese extraño compás. Todo lo que voy a contar, pasó en un día, y cuando cerré los ojos ese 24 de febrero, entendí que a veces pasa, que las horas nos regalan ese mágico vaivén. Lo mejor es recibirlas con una sonrisa y disfrutar todo lo que traen.
Un, dos, tres.. y dice
De acuerdo a mi versión de los hechos, entré en la cocina a buscar agua caliente para el mate, y me puse a charlar con una cordobesa que estaba lavando los platos. Cuando el agua estuvo lista, cargué el termo, me fui al cuarto a buscar los adminículos para tomar mates y me encuentro con el personaje con onda sentado en su cama, refregándose los ojos, quejándose porque la noche anterior no había dormido nada por estar de joda en Humahuaca, mientras me miraba con expresión de : ¿Qué hago acá?¿Y esta Loca de pollera de bambula roja.. quién es?...
A pesar de eso, le pregunté si quería venir a tomar mates conmigo al comedor, y me dijo que si.
De acuerdo con la versión de los hechos de Javi (la que conocí unas semanas después en una pizzería del conurbano bonaerense), se despertó por una voz que venía de la cocina y experimentó una extraña sensación mezcla de enamoramiento y curiosidad por la cadencia y el tono vocal. Me vio entrar al cuarto con el termo, confirmó que era mi voz, y no pudo creer su suerte cuando lo invité a tomar mate.
Si fue así, lo disimuló bastante bien. Pensé que era un amargo cuando lo vi entrar al comedor con su mate y su termo desde donde cebaba y tomaba sus propios mates. Creo que alguna de mis risas sobre la escena que estábamos viviendo rompió el hielo, y entonces arriba de la mesa quedó un solo termo, un solo mate y una sola bombilla.
En medio de alguno de los mates planeamos irnos caminando a Yavi Chico, un pueblito que quedaba a unos kilómetros de ahí. Emprendimos la marcha. Fue una caminata en la que no paraba de reírme, y asombrarme con la cantidad de puntos en común que guardábamos con Javi. Los “a mi me pasa lo mismo”, “como yo” y “tal cual” se sucedían a cada frase, y cuando dijo “es increíble, uno se puede pasar la vida yendo a bares y boliches y no tener ni dos cosas en común con ninguna mina, y viene acá y de repente, en el medio de la Quebrada, te conoce a vos” entendí que fue el mejor piropo que alguien podría haberme dicho alguna vez.
Vale decir que nunca llegamos a Yavi Chico, porque a la mitad del camino, nos encontramos con un nene arriando cabras que nos comentó que ya se estaba haciendo de noche y era peligroso andar por ahí. Así que volvimos, y ahí, en el medio de las piedras, las montañas, el paisaje y con la luna de fondo que empezaba a salir, una vez más, con Javi acordamos en que, la felicidad no está en la llegada, sino en transitar el camino.
Y como los paisajes del camino a veces no dejan de sorprendernos, en ese momento no lo sabía, pero lo mejor...
Lo mejor...
Estaba por llegar.
Un, dos, tres.. y dice
De acuerdo a mi versión de los hechos, entré en la cocina a buscar agua caliente para el mate, y me puse a charlar con una cordobesa que estaba lavando los platos. Cuando el agua estuvo lista, cargué el termo, me fui al cuarto a buscar los adminículos para tomar mates y me encuentro con el personaje con onda sentado en su cama, refregándose los ojos, quejándose porque la noche anterior no había dormido nada por estar de joda en Humahuaca, mientras me miraba con expresión de : ¿Qué hago acá?¿Y esta Loca de pollera de bambula roja.. quién es?...
A pesar de eso, le pregunté si quería venir a tomar mates conmigo al comedor, y me dijo que si.
De acuerdo con la versión de los hechos de Javi (la que conocí unas semanas después en una pizzería del conurbano bonaerense), se despertó por una voz que venía de la cocina y experimentó una extraña sensación mezcla de enamoramiento y curiosidad por la cadencia y el tono vocal. Me vio entrar al cuarto con el termo, confirmó que era mi voz, y no pudo creer su suerte cuando lo invité a tomar mate.
Si fue así, lo disimuló bastante bien. Pensé que era un amargo cuando lo vi entrar al comedor con su mate y su termo desde donde cebaba y tomaba sus propios mates. Creo que alguna de mis risas sobre la escena que estábamos viviendo rompió el hielo, y entonces arriba de la mesa quedó un solo termo, un solo mate y una sola bombilla.
En medio de alguno de los mates planeamos irnos caminando a Yavi Chico, un pueblito que quedaba a unos kilómetros de ahí. Emprendimos la marcha. Fue una caminata en la que no paraba de reírme, y asombrarme con la cantidad de puntos en común que guardábamos con Javi. Los “a mi me pasa lo mismo”, “como yo” y “tal cual” se sucedían a cada frase, y cuando dijo “es increíble, uno se puede pasar la vida yendo a bares y boliches y no tener ni dos cosas en común con ninguna mina, y viene acá y de repente, en el medio de la Quebrada, te conoce a vos” entendí que fue el mejor piropo que alguien podría haberme dicho alguna vez.
Vale decir que nunca llegamos a Yavi Chico, porque a la mitad del camino, nos encontramos con un nene arriando cabras que nos comentó que ya se estaba haciendo de noche y era peligroso andar por ahí. Así que volvimos, y ahí, en el medio de las piedras, las montañas, el paisaje y con la luna de fondo que empezaba a salir, una vez más, con Javi acordamos en que, la felicidad no está en la llegada, sino en transitar el camino.
Y como los paisajes del camino a veces no dejan de sorprendernos, en ese momento no lo sabía, pero lo mejor...
Lo mejor...
Estaba por llegar.
Comments
ah no cierto! q la gracias es el camino no la llegada!
una atenta lectora (la99)
fui para pelear
me pasaste por arriba!
besos y suerte!
saludos!!!!!
Caperucita: Besos y gracias por pasar!
Coscacho: :)!!..
La99: ya llegan, ya llegan.. aunque en el viaje a Floresta te conté todo, o no?
Jano: :) Siempre tan atento!!Besos, pibe!
Ade: ahi volvi. ahi volví. besos!
Flor: besos!!