Y bueno, si. Nos encontramos. El día anterior propuse el lugar, el aceptó y preguntó si había que hacer reservas con anticipación. ¿Reservas?... creo que nunca en mi vida cené en un lugar en el que hubiese que hacer reservas. Así que le contesté con un: naaahhhh… ¿reservas?, no hace falta, y mientras me preguntaba si se sentiría cómodo en el lugar que había propuesto, el me decía: lo de las reservas sonó muy careta, ¿no?.
Luego del acuerdo, y mientras esa tarde transcurría muy apaciblemente, una aparición inesperada sucumbió mi ser. El, el de los tatuajes había aparecido en el Messenger y me estaba ofreciendo ir a tomarnos unas cervezas para festejar las vísperas de la primavera.
Gracias a la erradicación de bombachas estiradas del cajón, la ropa interior ya no era un impedimento para mí. Así que, ni bien salí de la oficina partí rumbo a la esquina acordada por El y yo. Nos encontramos y terminamos charlando y tomando en un bar sin reservas, ni mozos, mucho rollinga y rock. Me ahorraré los detalles y sólo recalaré en el hecho de que fuimos testigos del primer rayo de sol de la primavera.
Y cuando me metí en la ducha después de bajarle a abrir me acordé que la cita con el barbudo todavía seguía ahí. Pasé la tarde trabajando, con sueño y las piernas temblorosas, no de nervios por la inminente cita, sino por.. bueno por… por las revolcadas primaverales con El.
Salí de la oficina con casi muy poco tiempo para bañarme, ponerme el strapless y encontrarme con el barbudo. No había pasado un segundo de la hora acordada para la cita cuando suena el teléfono. Era el barbudo que ya estaba en la puerta del lugar esperándome. Le mentí diciendo que estaba en camino, me terminé de arreglar y salí.
Y bueno, la verdad es que la primera vez que nos vimos no hubo fuegos artificiales, ni escuchamos una romántica melodía de fondo. La charla fue agradable, pedimos una picada que yo casi ni comí, no por los nervios del encuentro, sino porque omití mencionar que mientras me arreglaba para salir, me comí un sándwich de queso.
Y bueno, charlamos durante muchas horas, casi cuatro. Y nos bajamos dos jarras de cerveza. Y nos reímos. Y el barbudo en un momento mencionó que se sentía como en la película de Mi novia Polly.
Y bueno, eso. Ni besos, ni manos, ni abrazos. Bah, si, uno, cuando me dejó en mi casa. Abrazo, ¿eh? Y mientras abría la puerta del edificio pensaba: si, como mi Novia Polly, salvo que yo no soy Jennifer Aniston….
Igual, de todas formas, ¿saben qué?.. la verdad es que yo no seré la Aniston, pero -y no se si lo habrá hecho apropósito o qué-, pero el, el barbudo, el barbudo...
No tenía barba.
Luego del acuerdo, y mientras esa tarde transcurría muy apaciblemente, una aparición inesperada sucumbió mi ser. El, el de los tatuajes había aparecido en el Messenger y me estaba ofreciendo ir a tomarnos unas cervezas para festejar las vísperas de la primavera.
Gracias a la erradicación de bombachas estiradas del cajón, la ropa interior ya no era un impedimento para mí. Así que, ni bien salí de la oficina partí rumbo a la esquina acordada por El y yo. Nos encontramos y terminamos charlando y tomando en un bar sin reservas, ni mozos, mucho rollinga y rock. Me ahorraré los detalles y sólo recalaré en el hecho de que fuimos testigos del primer rayo de sol de la primavera.
Y cuando me metí en la ducha después de bajarle a abrir me acordé que la cita con el barbudo todavía seguía ahí. Pasé la tarde trabajando, con sueño y las piernas temblorosas, no de nervios por la inminente cita, sino por.. bueno por… por las revolcadas primaverales con El.
Salí de la oficina con casi muy poco tiempo para bañarme, ponerme el strapless y encontrarme con el barbudo. No había pasado un segundo de la hora acordada para la cita cuando suena el teléfono. Era el barbudo que ya estaba en la puerta del lugar esperándome. Le mentí diciendo que estaba en camino, me terminé de arreglar y salí.
Y bueno, la verdad es que la primera vez que nos vimos no hubo fuegos artificiales, ni escuchamos una romántica melodía de fondo. La charla fue agradable, pedimos una picada que yo casi ni comí, no por los nervios del encuentro, sino porque omití mencionar que mientras me arreglaba para salir, me comí un sándwich de queso.
Y bueno, charlamos durante muchas horas, casi cuatro. Y nos bajamos dos jarras de cerveza. Y nos reímos. Y el barbudo en un momento mencionó que se sentía como en la película de Mi novia Polly.
Y bueno, eso. Ni besos, ni manos, ni abrazos. Bah, si, uno, cuando me dejó en mi casa. Abrazo, ¿eh? Y mientras abría la puerta del edificio pensaba: si, como mi Novia Polly, salvo que yo no soy Jennifer Aniston….
Igual, de todas formas, ¿saben qué?.. la verdad es que yo no seré la Aniston, pero -y no se si lo habrá hecho apropósito o qué-, pero el, el barbudo, el barbudo...
No tenía barba.
Comments
Che, vo', pasa por mi bló o te llevo a una Iglesia, K-reta...
Por lo menos el tatuado...
pero esto es de ahora .. es nuevo... antes era como si nada.. salia y todo ...
me gusta eso de la sencilles de las primeras veces.. nada de mozos, de reservas y comidas caras...
Nnaaa. no va conmigo ...
que suerte tu que ahora tienes el verano .. yo por aqui con frio!!
Peace!
Yo: ... Gracias por pasar!.
Julieta: :)
Juan: ahi pasé.. y esta vez firméeee!!! Besos!!!
Si, mi reina: si, no?
yaya: si, digamos que el tatuado llegó justo.
Pequenia: jaaaaaaaaaaaa... hacè el dibujo que quieras.. beso
Ana: si, no?. Gracias por pasar!
Fesaco: um.. a mi me gusta el frio! gracias por pasar!! saludos!!
Tomás: jaa! Saludos!