La Quiaca fue llegar, pasar la frontera a Bolivia para comprarle un pullover a Almendra y otro multicolores para mí y volver a la terminal con Javi para sacar nuestros respectivos pasajes con diferentes destinos. Javi se volvía a Humahuaca para ver la finalización de los carnavales, y yo partía rauda a Salta para seguir con la segunda parte de mi viaje. Primero fuimos a la ventanilla donde se compraban los boletos con destino a Salta, yo no me podía decidir por el horario más conveniente para viajar, mirábamos los horarios mientras la gente con bolsos, bolsas, mochilas y niños nos pasaban por delante, por el costado, por arriba y por encima. Entre el calor, la indecisión y el apretujamiento, Javi me agarró del brazo, me sacó a un costado de la terminal y me dijo: “¿y si te venís conmigo a Humahuaca?”. Y ahí mismo se me arremolinaron todos los pensamientos, los sentimientos, las impresiones, las sensaciones, y no pude más que quedarme callada por quince minutos mientras una parte mía se...