Skip to main content

Posts

Showing posts from 2007

Así las cosas

Tengo un chico con visera con quién logré una conexión sexual como no había experimentado en años. El sexo con él se compara al sabor de las frutillas con chocolate amargo. No tenemos límites de horarios ni lugares. Siempre hay tiempo, siempre encontramos el lugar. Tengo un hondo enamoramiento con un chico de 18 años. Me tiene encantada. No puedo dejar de mirarlo cuando me mira y nos miramos reflejándonos en la mirada del otro. Nos quedamos escuchando música, mirándonos, besándonos y tomando vino tinto hasta eternas madrugadas. Nuestra intimidad sexual no tiene urgencias, ni presiones. Transcurre lenta y cuidadosamente. Chico de 18 años es fundamentalmente libre. Con toda la libertad de sus 18 años; esa libertad que hace brotar de su espíritu todas las frases con que me despierta a la mañana. Tengo a chico con tatuaje de sol que a veces se queda a dormir. Y me asusto si me despierto repentinamente y lo siento abrazándome. No sabe aún de la existencia de chico con visera, ni chico de 1

extraño

Fin de semana. Fiesta extraña en quinta extraña en parajes extraños. En el medio de una muchedumbre de personas extrañas saltando al compás de la música de algún DJ Cadorna, encuentro a un chico: gorro con visera y capucha, barba, quién se acerca y me habla. Entablamos una conversación sobre lo extraño de la fiesta extraña, sobre la música electrónica y su poca utilidad para entablar contacto con el otro, el frío que estaba empezando a caer y mi poca ropa. Nos refugiamos en una casa extraña con gente aún más extraña y entre el blablaba y el jajajaja chico con capucha me estampa un beso. Pasamos la tarde del domingo noviando entre el sol, la pileta, Jebus, la guitarra; hasta que se me ocurrió vaya a saber porqué extraño impulso preguntarle la edad... ... 18 años me dijo... Al día siguiente, en diferentes conversaciones con amigos. Flavia: ¿y? ¿Cómo te fue en la quinta? Loca: bien, conocí un pibe que es lo más copado del planeta tierra. Flavia: ¿Y!??.. Loca: tiene 18 años, pero parece de
“Cuando uno usa gorro con visera siente una especie de techo arriba de los ojos” me explicaba el chico tras haber discutido sobre publicidad, cine, Gran Hermano, socialismo, Chayanne, los viajes de Marley por el mundo, Coco Silly. Ahora estábamos en casa. Habíamos ido a tomar unas cervezas a un bar y lo invité a subir con la excusa de un fernet. Pero seguíamos hablando. De Ipod, de investigaciones de mercado, de directores de cine. Y eran las cuatro de la mañana y seguíamos hablando y tomando. Y mis ganas de irme a dormir le ganaban a las ganas de besarlo o de ir a dormir con é. Porque, estaba todo bien, pero ya se nos había pasado la hora. Entonces, otra vez le mentí diciendo que al otro día me tenía que levantar temprano y le bajé a abrir la puerta de salida. Increíblemente en el palier seguíamos hablando. Le recomendé que bajásemos la voz porque íbamos a despertar a los vecinos y fue cuando el chico dijo: -¿Y si en vez de hablar nos besamos? “Cuando uno besa a alguien que usa gorro
Me puse a hacer las cuentas y concluí en que lo conocí hará un año atrás. Es increíble como algunos acontecimientos se nos quedan archivados en la mente con el día, hora, minuto y temperatura del lugar en el segundo justo en que sucedieron y otros simplemente quedan cristalizados en nuestra memoria como si fuese una foto archivada en un libro que descansa en una repisa. Si, fue hace un año. Fue en una fiesta en aquel lugar donde íbamos con Jebuz, Lula y Edu que de día funcionaba como un centro de jubilados y los fines de semana se hacían fiestas medias clandestinas. Si, lo conocí ahí. Me acuerdo que me había parecido lindo, era un poco más alto que yo, pelo castaño, ojos marrones, gorra con visera, que estudiaba cine y era del oeste. Que le pasé mi teléfono y a la semana me llamó para ir al cine. Que vimos Gracias por Fumar en una sala de los cines de Recoleta en la que había solamente dos personas. Que en el preciso momento en que nos sentamos en las butacas intuí que tenía menos edad

!!!¿?!!!

La semana pasada. Dos lugares diferentes. Dos hombres distintos. La misma pregunta: -¿Estás tomando fernet?. Tras la respuesta afirmativa, la misma exclamación: -Qué raro que una mujer tome Fernet.

Y otro día...

Ante su respuesta inconsistente de quererte toda la vida, amarte y perderte y ¿lo qué?.. entendí que justo en el lugar desde el que no hay retorno, nace un punto de partida. (A empezar otra vez y la reput..madre).

Un dia....

Llegó el día en el que opté por no culpar al síndrome pre menstrual, a la alineación planetaria ni al destino. Acepté que mis estallidos repentinos por nimiedades llevaban un sentimiento oculto, que recordar su sonrisa para paliar en dolor de las agujas no era sólo un tema para escribir, que ir a tomar una cerveza con El no era como salir de bares con cualquier otro amigo, que dormir juntos era lo mejor que me había pasado en mucho tiempo y que tenía que dejar de escudarme en las “cursilerías”. Entonces, llegó el día en que junté todos esos momentos y sensaciones en un ramillete, me pinté los labios y cuando, ante el estallido de enojo nº 34, me preguntó qué me pasaba le dije: -Me pasa que estoy enamorada de vos. Y entonces fue cuando llegó el día en que entendí que para ciertas frases no hay punto de retorno.

Amigos

Conversación en el cine con Jebuz minutos antes de comenzar la película L: ¿Hiciste algo el sábado? J: Si, fui a esa fiesta clandestinísima. L: Y.. ¿qué onda? J: Conocí a un pibe para vos. Le saqué el teléfono. L: Pero nene, se supone que tenés que hablar con minas, no con tipos. J: Bueno, es que estaba hablando con la mina que me gustaba a mí. L: ah....¿y cómo es? J: Tiene un nombre raro, así que seguro que te va a gustar y es músico. Ahh.. pero ahora que pienso bien, no se. L: ¿Por qué? J: Porque no es tan sucio como los que te gustan a vos...

Hay una sola

El viernes el motoquero de la empresa donde trabajo me preguntó si ya tenía que felicitarme por el Día de la Madre y le respondí que todavía no (¿?). El sábado, mientras le compraba el regalo a mi madre, la vendedora me preguntó si yo también iba a recibir regalos. Durante la mañana del domingo me llegó un mensaje felicitándome por a la maternidad de mi gato(¿?). Sino fuese porque a la tardecita del domingo escuché un: Feliz día, mamita... volvía a terapia.

Sangre

Me desperté en medio del charco que mi propia saliva había establecido en tu brazo. El sol del tatuaje me miraba con los ojos húmedos que yo intentaba secar entredormida, sin éxito y balbuceando algo parecido a un “perdonáme”. Abriste los ojos, me miraste y sonreíste. Con una de esas sonrisas a las que me cuesta acostumbrarme. Una sonrisa dulce, transparente, limpia, sin rasgos de tormenta. Nos volvimos a abrazar y dormimos. Algunas horas después me estabas acompañando al laboratorio a sacarme sangre. Siempre le tuve pavor a la agujas, pero tu compañía endulzaba el momento del pinchazo. Ya sola en el consultorio, la enfermera me ponía la banda elástica en el antebrazo mientras me hacía cerrar el puño. Dí vuelta la cara. “Respirá hondo y abrí el puño”, me dijo. Mientras seguía sus intrucciones, cerré los ojos e intenté evocar pensamientos placenteros. “Pensá en otra cosa” me decía el dentista cuando era chica y me estaba sacando una muela. Tenía que pensar rápido en alguna imagen que me

Justificaciones

Se trata de encontrar las respuestas. De descifrar códigos. De encontrar las piezas para armar el rompecabezas. Algunos creen encontrarlas en las ciencias; la física cuántica; la combinación de moléculas y átomos, las células que explican la creación y el ordenamiento de los hombres y el universo. Otros se dedican a la filosofía, otros tantos a las religiones; a desentrañar y formular teorías místicas. Pero lo cierto es que prefiero que no existan explicaciones al alcance para descifrar las partículas imperceptibles que revolotean en el aire y traspasan los poros cada vez que se produce un encuentro de almas. El vacío y el sabor a derrota que dejan los desencuentros. El brillo que invade la mirada ante un hecho que llena de burbujas la sangre. Las chispas que flotan en el aire cuando dos cuerpos se sumergen y se hacen uno. La desolación y el dolor que dejan las despedidas que luchan por transformarse en hasta siempre. La chispa, el fuego, la luz que impulsa a buscar nuevos encuentros.
Y bueno, si. Nos encontramos. El día anterior propuse el lugar, el aceptó y preguntó si había que hacer reservas con anticipación. ¿Reservas?... creo que nunca en mi vida cené en un lugar en el que hubiese que hacer reservas. Así que le contesté con un: naaahhhh… ¿reservas?, no hace falta, y mientras me preguntaba si se sentiría cómodo en el lugar que había propuesto, el me decía: lo de las reservas sonó muy careta, ¿no?. Luego del acuerdo, y mientras esa tarde transcurría muy apaciblemente, una aparición inesperada sucumbió mi ser. El, el de los tatuajes había aparecido en el Messenger y me estaba ofreciendo ir a tomarnos unas cervezas para festejar las vísperas de la primavera. Gracias a la erradicación de bombachas estiradas del cajón, la ropa interior ya no era un impedimento para mí. Así que, ni bien salí de la oficina partí rumbo a la esquina acordada por El y yo. Nos encontramos y terminamos charlando y tomando en un bar sin reservas, ni mozos, mucho rollinga y rock. Me ahorraré
Los consejos de Edu se me habían grabado a fuego en el inconsciente. Sino, no se explica que al día siguiente, cuando volví a la oficina luego de comprarme ropa, lo ví al barbudo online, le conté que venía de comprarme un straples (¿?) y sin esperar por respuesta más que un “qué bueno” me dijo.. “Uy, buenísimo. Lo podés estrenar el viernes cuando salgamos, porque este viernes salimos a comer, ¿no?”. Le dije que sí. Y empecé a entender un poco de la dinámica de la que me habló Edu. Uno tira el centro y el otro cabecea. Mirá vos, parecía que a veces hasta me podía comportar como una señorita de esas que andan con strapples y salen con chicos que juegan al tenis. Parecía nomás.
“Vos no salís con chicos que juegan al tenis”, observó muy acertadamente Jebús cuando le contaba la situación a el y a Edu en una de nuestras charlas semanales de hombres y cerveza. Ambos coincidieron en que lo ocurrido se trató de un hecho un tanto inusual para la habitual conducta masculina y los tres llegamos a la conclusión de que tal vez había sido yo la culpable de semejante reacción. -Tal vez fuiste demasiado de frente, dijo Edu. A veces, a algunos hombres nos gusta ser quienes proponemos, y si viene una mina y nos dice directamente de salir, es como que nos tiramos para atrás. -Entonces, ¿qué tendría que hacer? le pregunté. -Y... tendrías que dejar algo como picando, por ejemplo, decir: “ay.. tengo ganas de ir a ver tal o cual película, pero nadie que me acompañe. -Pero si a mi me gusta ir al cine sola, le digo. -Si, ya se bolassss.. pero hacé de cuenta que no, ó pensá en otra cosa. Pero siempre tiene que ser así la dinámica. Como tirarle el centro para que haga el gol. ¿Entend
Me perfumé, verifiqué el estado de mi ropa interior, y estaba online desde la oficina esperando que confirmarse la hora en que me pasaría a buscar. Y si, se conectó, pero para pedirme mil perdones, que si no lo podíamos dejar para más adelante porque se había olvidado que había quedado en ir a jugar al tenis con un amigo y no le podía fallar. Así que le dije que estaba todo bien, pero no tanto, porque claro que me molestaba haberme despertado antes esa mañana para irme a depilar y pensar hasta el ultimísiimo detalle mi guardarropas, y ni hablar de las ganas que tenía de encontrármelo para poder entablar el nivel de nuestras charlas online pero cara a cara. Pero bueno, no se podía. Había que dejarlo para más adelante. Por algo sería, ¿no?
Ay, si. Todo venía perfecto. Increíble. La cosa con el barbudo venían de mil maravillas. Que que lindo que sos, que que hermosa, que Lula la pegó, que que de coincidencias, que cómo me hacés reir, que me dejo la barba por vos, que qué lindo, que lindo, que le voy a dar otra oportunidad al fernet. Era todo un romance de película onda Meg Ryan y Tom Hanks. Esperaba cada día con una ansiedad inusitada a que su avatar apareciese online y entonces teníamos nuestras interminables charlas, y nos pasábamos emoticones, y fotos, y suspiros, y suspiros. Porque todo era virtual, claro. Entonces aconteció una tarde que ya no aguanté más esto de los jajaja virtuales y le dije de juntarnos a cenar. Pero claro, esa misma noche no, porque justo cuando estaba chateando desde la oficina recordé que andaba con la bombacha estirada y no hacía tiempo para pasar a cambiarme. Entonces lo dejamos para el día siguiente. Era lo mejor, ¿no?.

Ellos

Mi amigo Juan me inspiró, entonces, con su debido permiso, a continuación, un top ten de las mejores frases dichas a Loca por hombres de todos los tiempos: 1.Eras más divertida cuando me vomitabas el auto. 2. Dormir con vos es increíble. 3. Que la salsa de palta se llama guacamole, que los grisines chatos, talitas. Dejá de complicarnos la vida, ¿querés? 4. ¿Sabías que el semen de los vegetarianos es más rico que el de los que comen carne? 5. Quiero seguir en contacto con vos porque me interesa “tu historia de vida”. 6. A veces pensás como hombre, ¿sabías? 7. ¿Cuándo vas a venir a buscar tu ropa?. Las bombachas que dejaste en el cajón ya están por tener familia. 8. Si fuese mujer, elegiría ser como vos 9. (En un hostel en algún lugar de Jujuy). Dale, pasáte a mi cama. Dale, Loca, ¿nunca viste Gran Hermano? 10. No, no me molesta que a la mañana me dejes lamparones de saliva en la remera. Es más, me gusta.

Fallido

Mientras caminábamos por la avenida de Mayo un sábado cualquiera a la nochecita, le comentaba a mi amigo Edu acerca de la invitación de un casi-desconocido. a una fiesta. Loca: bueno, entonces, le voy a preguntar si los puedo llevar a Jebús y a vos, ¿te parece?. Edu: no, me parece que tenés que ir sola a esa fiesta. No podemos hacer siempre de tus guardaespaldas... Loca: ... Edu: Y si, evidentemente el pibe te quiere conoger... Loca: ... !!! Edu: perdón, conocer quise decir. Co-no-Cer... Y así es como Edu se lleva el premio no sólo a frase del año, sino también a acto fallido del siglo.
Locación: Departamento de Loca. Sábado a la tardecita. Conversación con Lula. Lula: aaahhhh.. tengo un chico para vos!!!... Loca: y de repente, me convertí en la tía solterona que hay que colocar. Lula: no, nena. Mirá es el hijo de la ex pareja de mi vieja. Parece que el pibe anda ahí, haciendo vida de viejo, y el padre se preocupa. Además, es lindísimo...y tiene nuestra edad. Loca: ummm... Lula (sacando un papel de la cartera): acá tengo el mail. Loca: ummm. Bueno, pero lo agregó al MSN y no te prometo nada. Lula: Pero si, nena.. te va a encantar, vas a ver...yo hace mucho que no lo veo, pero es lindísimo.. además, tiene barba. Loca: pero se puede haber afeitado... Lula: no, no. Cuando lo llamé para pedirle el mail, lo primero que le dije fue: “tengo una amiga para presentarte, pero.. TENES BARBA?!.. (Lula, me conocés como nadie. Sabelo)

Y el silencio me acompaña

Es una verdad consabida que el silencio a veces habla, pero para escucharlo, hay que hacer el menor ruido posible. Entonces es cuando en terapia, después de estar dos sesiones sin pronunciar palabra alguna, escucho: “parece que hay mucho ruido afuera, porque tenés que pagar por el silencio”. Y es que por estos días el silencio cotiza en bolsa señora, quiero responderle, pero no lo hago, porque derivaría en un montón de otras preguntas que no tengo ganas de responder. Porque conozco las respuestas, pero entiendo que las tiene el silencio, usted sabe. Entonces le digo que si. Que hay ruido afuera, y le pago por sus cuarenta y cinco minutos de tiempo. Y más tarde me encuentro con El y su abrazo de soles y sus mucho, mucho, mucho que pocas veces suceden verbo alguno; pero que confío que los encierra un te quiero. Y sus mucho, sus abrazos y sus soles son los que necesito hasta quedarme dormida y que empiece otro día en el que me acompaña silencio. Porque se que las respuestas se amontonan
“Y si no nos podemos ver más, ¿qué hago con todo lo que te quiero!??.¿Me lo meto en el orto!?”. Creo que voy a rescatar esa frase de todas las que dijiste el día que nos volvimos a ver. Y la voy a guardar con el Cd que me diste, ese que tiene toda nuestra relación registrada. Toda en fotos y videos. Y si, voy a tener que guardar esa frase. Y tiro todo el enojo, el desencuentro, las frases poco felices, la cerveza que por primera vez en la vida parecía no terminarse más, y esos palitos salados con gusto a rancio y a lo que pudo ser. Si, si, voy a guardar esa frase, y el abrazo de la última despedida antes de subirme al colectivo. Y sospechar que nuestra relación es un cúmulo de despedidas antes de subirnos a micros para volvernos a encontrar en diferentes bares, esquinas y ciudades. Ajá, guardo esa frase. Y no todas aquellas en las que intentabas explicar lo inexplicable cuando no te pedía explicaciones, porque está claro que nos queremos; pero si dejo que me quieras así, un día me voy

Y afuera hace frío y está la luna

Lo último que veo antes de dormir es el tatuaje. El tatuaje que está en su brazo que me abraza como el último acto del día, de ese día, pero como algo natural que se hubiera repetido todas las noches, de todos los días, de todos los siglos del universo. Y su brazo me abraza mientras fijo la vista en su tatuaje y lucho contra las fuerzas que me quieren llevar del lado de los sueños; la frontera en donde la conciencia me abandona. Pero es inútil luchar, los ojos se van cerrando como hipnotizados por el tatuaje en el antebrazo, el tatuaje de un sol que me mira y sonríe. Y mientras el sol me mira y me abraza, me dejo abandonar a la cálida sensación hipnótica del sueño, del calor del sol y del abrazo; me dejo caer al abismo del sueño y de su abrazo. De un brazo que me abraza y me salva del abismo de la vigilia, pero me acompaña a hundirme en las bondades del sueño. De un sol que me ofrece el calor para arrojarme al descanso necesario, a pesar de que afuera hace frío y está la luna.
Iba caminando a paso ligero por la angostísima vereda de la calle Defensa cuando me intercepta un niño rubio, pelo lacio, corte tipo “taza” de unos 4 años que venía de la mano de un mayor que supongo sería el padre, y me dice: -Adioz Asquedozita Me hizo reír una cuadra entera. Ese nene, Ese nene, tiene futuro.

chicos que pasan

Como casi siempre pasa en estos casos, el empujoncito para alejar momentáneamente la melancolía vino con una ayudita de los amigos. Sino fuera porque Lula me señaló en un recital a un chico mientras me decía: “decíme si no te gusta ese chico”, nunca me hubiese percatado de la existencia Chicosurfer. Y supongo además que Edu no me hubiese dicho que lo conocía y que le iba a pasar mi MSN sino fuese porque notó que durante el evento el chico mantenía siempre mi vaso de cerveza lleno sin mediar palabra, y que a la salida me lo crucé en la puerta donde le entendí el 12% de lo que me dijo porque el resto se perdió en el ruido que provenía de la bocina del auto de Jebus para que me subiese porque estábamos llegando tarde a la noche santelmiana. Entonces así fue que pasó como suelen pasar estas cosas. Edu le dio mi msn. Nos pusimos a charlar y nos invitamos una cerveza. Chicosurfer resultó ser fundamentalmente un buen tipo, de esos sin roscas y sin vueltas de los que Loca no se enamora, pero c

Amigas

Conversación telefónica con Lula. Loca: Y bueno, al final me encontré con el fulano aquel.. Lula: ¿y..!?.. ¿qué pasó!? Loca: Nada, ni un beso mirá Lula: pero ¿por qué?! Loca: y.. no me generaba nada.. que se yo. Ese pantalón de vestir, esa camisita a cuadros, esa cara recién afeitada.. que se yo.. Lula: Y si nena, te entiendo.. ¡qué limpio!! ¡Que asco!!!..
A pedido de Mr. York , acá van 8 cosas sobre mí: Uno- Me cuesta horrores despertarme antes de las 9 de la mañana. Y si tengo que hacerlo, hasta el mediodía funciono por la mitad. Dos- Por lo menos una vez al día pienso en dos personas que quiero mucho, prefiero no volver a ver y deseo desde el fondo de mi corazón que estén bien y sean felices. Tres- No conocí a ningún otro hombre con el que duerma mejor que con El. Cuatro-Nunca podré llegar a develar el maravilloso misterio que se esconde en la conexión mágica entre dos personas. Cinco-Si me emborracho con cerveza Palermo vomito en el 99% de los casos. Seis- No importa la cantidad de veces que la haya visto, cuando engancho en el cable “Cuando Harry conoció a Sally” me la quedo mirando. Lo mismo me pasa con “Alta Fidelidad”. Siete-Me relaciono mejor con los hombres que con las mujeres. Ocho-Me es imposible mantener relaciones sexuales sino me involucro emocional o intelectualmente con el individuo en cuestión.
(Y en el afán por olvidarte planifico programas de radio que nunca saldrán al aire, me embarco en proyectos para alfabetizar adultos y me enredo en charlas de cervezas con viejos amantes). Hoy: Charlas con el chef (honestidad bruta) A la segunda cerveza: Chef: blabalbabla.. porque bueno, al final, primero me dejaste vos y después me dejó ella.. balabalaba.. Loca: Yo no te dejé. Pero si te hace sentir mejor, hace como un mes me dejaron. C: No. No me hace sentir mejor. Pero si, vos me dejaste. L: ¿Si?, es que en realidad no me acuerdo porqué dejamos de vernos. C: Después de que te enojaste porque en esa reunión me encerré en el baño con mi amiga, te llamaba y siempre tenías algo que hacer y no nos podíamos ver. ¿Me estabas evitando?. L: Ah. Si. Me volviste a hacer acordar lo de tu amiga, pero no me enojé por eso. Si te decía que tenía algo que hacer, seria que tenía algo que hacer. C: Algo que hacer mejor que verme a mí. L: Sí, claro. A la quinta cerveza: L: ¿y por qué me querías ver? C:

No, Marcela no está.

La firmante declara que los hechos que se narrarán a continuación ocurrieron en las primeras horas del domingo, y que bajo ninguna circunstancia se encontraba bajo los efectos de ningún estimulante. Siendo las 12.30 de la madrugada del domingo, suena el portero del departamento que comparto con gato. Era Lula. Me pongo mis pantuflas rojas con corazón azul y bajo a abrirle la puerta. Cuando me dispongo a abrir la puerta de entrada, diviso que detrás de Lula aparece un sujeto, de unos 35 años, castaño de tez blanca. Pensando que tal vez el sujeto estaría aprovechando que abriese la puerta para entrar al edificio, esperé a que sacase la llave (si es que vivía en el lugar) o en su defecto tocase el portero. Pero nada de eso ocurrió. El sujeto miró a Lula y le preguntó en un tono coloquial: -¿Está Marcela?!. Ante esta pregunta, Lula entre asombrada, risueña y algo asustada, me mira a mí, lo mira al sujeto y le dice: -No sé de lo que me está hablando. Tras la respuesta, el sujeto me mira a m

Dijo que

Dijo que se sentía comprometido y no quería estarlo. Dijo que quería abrirse, dijo que quería estar solo, dijo que quería separarse y con eso me hizo entender que estábamos juntos cuando no lo tenía en mis cuentas. Dijo que quería estar libre por si aparecía alguien que le gustase, porque le había pasado y no pudo hacer nada porque pensaba en mí. Dijo que si bien yo nunca le había pedido compromiso se sentía así. Dijo eso y muchas cosas. Dijo, se desdijo; se perdió, se enredó en sus palabras, se quedó sin discursos lógicos y dijo que a pesar de todo quería que nos siguiésemos viendo. Le pregunté como se sentiría si yo le confesaba que me gustaban otros, que me acostaba con otros; y dijo que mal, pero que no lo condicionaría a seguir con la relación. Dijo que así no quería; dijo que no quería convertirse en el hombre de remera gris en que se había transformado en sus relaciones pasadas. Dijo eso, dijo eso y muchas cosas más mientras mis fantasmas y yo escuchábamos e intentábamos sofocar

Y

Y así es como entre sus contactos , una conserva gente que quiere mucho sin saber porqué. Y en el medio de una charla en un día gris por fuera y por dentro, esa gente le dice que la quiere mucho sin tampoco saber demasiado por qué, y se despacha con el siguiente piropo: “Tu literatura tiene una virtud muy grande, no se lee sino que se escucha en la oreja de cerquita”. Y es así como sin saber que para una este fue un día gris por fuera y por dentro, basta con que Y le diga una palabra para que su tarde se llene, aunque sea por un instante, de colores. Y entonces es cuando una, sin querer y sin saber, empieza a entender porqué es que lo quiere tanto.

Domingo

Afuera tres se disputan la ciudad y adentro se respira un clima de quiebre, ruptura, transformación, angustia y respeto por decisiones que hacen retorcer el pecho y traen fantasmas. Afuera el frío se empieza a disipar y adentro es todavía intenso, pero hay factores que sirven para que la tristeza y el vacío no sofoquen la llama: la compañía de Ellos que revierten el llanto de angustia en las lágrimas que le siguen a las carcajadas, entender que El es como el sol y que todo es mejor con la distancia precisa para no quemarse porque por estos días me siento Luna. Afuera es domingo y adentro nace la conciencia de que los domingos siempre van a tener sabor a domingos y la clave es entender que el día siguiente trae un nuevo lunes. Afuera estrenamos nuevo color de pelo; y adentro y afuera descubrimos que no importa el color de tintura que elijamos, el resultado final siempre vira hacia el rojo. Afuera es domingo, día de elecciones y hace frío, adentro encontramos refugio en los libros, las

Dudoso método de levante Nº 87512

Locación: Bar del bajo. (A media luz, sillones, música "chill out") Personaje del mundo publicitario dialoga con Loca y surge el siguiente diálogo cuasi interrogatorio. Pdmp: ¿y de dónde sos? L: ahora vivo en Capital, pero hasta hace poco vivía en provincia. Pdmp: ¿En qué zona? L: en el oeste. Pdmp: ahhh.. y ¿dónde naciste? L: en Capital. Pdmp: pero ¿dónde? L: en Almagro Pdmp: Si, pero ¿dónde?! L (¿?): en un hospital. Pdmp: si, pero ¿en cuál!? L (¿????): en el Italiano.. (¿?).. ¿Vos!? Pdmp: en la Clínica del Sol L: aahhh.... Ajá. Yo no entendí Gonzalito, la cinta por favor

Loca+Norte XVIII. Loca+Javi = La despedida

No hubo un solo minuto a lo largo de los dos días restantes que quedaban de vacaciones que haya defraudado o superado a los 13 días que le antecedieron. Cada uno de los 15 días tuvo su historia, su particularidad, su sorpresa; y sirvieron para entender que todos los días pueden traer algo bueno, distinto, particular si nos dejamos llevar a sabiendas del rumbo, sin sentir nostalgia por lo dejamos atrás, o nos gane la ansiedad por anticiparnos a la próxima parada. De todas formas, y para ser absolutamente honesta, en las horas previas a la inminente llegada de Javi, un ejercito de polillas se alojó en mi estómago y no pude hacer otra cosa que pasar la espera tomando mate en un banco de la plaza principal, mientras la pregunta: ¿y ahora qué onda?, repicaba en mis neuronas a cada segundo. Javi llegó, nos abrazamos, nos besamos, nos sacamos fotos, nos reímos mucho y nos internamos en una habitación doble con baño privado de donde solamente salimos a cenar (al restaurant que estaba al lado d

Loca+Norte XVII: Loca+Javi: El reencuentro

Durante los 15 minutos que tardé en secarme y vestirme no dejé de mirar fijamente el celular que ahora reposaba inanimado a unos pocos centímetros de mí. Lo miré enojada y de reojo por última vez y crucé el pasillo que separaba la habitación del baño. En el preciso momento en que había terminado de secar el piso y estaba corriendo la cortina volvió a sonar. Del salto que pegué, tiré la cortina al piso, y fui corriendo a atender. Miré la pantallita iluminada, era Javi otra vez. De los nervios apreté el botón equivocado y en vez de atenderlo, le corté. A los minutos volvió a sonar otra vez, pero para indicarme que tenía un mensaje de voz. Me odié por no tener crédito en el celular. Fui al baño, volví a poner la cortina, y salí corriendo hasta el quiosco más cercano a comprar una tarjeta. La ansiedad me llevó a llamarlo sin escuchar siquiera el mensaje. Me atendió al toque, me preguntó dónde estaba y me contó que había llegado a Salta, que si no quería ir para allá. Le dije que estaba en

Loca+Norte XVI: suena el teléfono y voy como loca a su encuentro

Cafayate me recibió tan bien, que al segundo día de estar ahí ya me sentía como en mi casa. La habitación del hostel en la que dormía se pobló la primer noche con tres chicos oriundos de Lanús y una estudiante de cine que viajaba sola, tenía mi edad y con quién teníamos muchas cosas en común. Con ellos me encontraba una tarde tomando cerveza cuando decidimos ir esa noche a comer empanadas a un bar enfrente de la plaza principal. Convenimos en ir a bañarnos de a uno y quiso el destino (y mis pocas ganas de levantarme y dejar de tomar cerveza) que quedase en último lugar. Fue así que, mientras ellos estaban todos bañaditos y perfumados yo todavía andaba con la pollera de bambula. Viendo la escena, les sugerí que fuesen hasta el lugar de las empanadas que los alcanzaba. Me bañé y aprovechando que tenía toda la habitación para mí, salí del baño enroscada en la toalla. Estaba por empezar a vestirme cuando escucho que suena mi celular, que estaba dentro de mi mochila, dentro del armario, en

Loca+Norte XV: Cafayate. Ultima parada

Llegué a Cafayate con fiebre y ninguna intención de volver a un hostel de habitaciones y baños compartidos, guitarreadas, medias lenguas y cervezas. Me metí en un hotel con habitaciones con baño privado, pedí una aspirina y dormí hasta el otro día. A la mañana siguiente no quedaban rastros de la fiebre. Fui a desayunar al comedor del hotel y me encontré con mesas llenas de familias, niños gritando, corriendo y llorando. Entendí que era hora de volver a agarrar la mochila y buscar otro lugar con habitaciones y baños compartidos, guitarreadas, medias lenguas y cervezas. No me costó demasiado encontrar un hostel que se correspondiese con ese perfil, solamente cruzar la plaza principal. Dejé mis cosas en un cuarto lleno de camas vacías y me fui a recorrer el lugar. Caminé hasta un mirador desde donde se veía la ciudad. Una vez que llegué me quedé sentada un tiempo mirando a lo lejos y mientras el sol me envolvía escuché que alguien tocaba el charango detrás de donde estaba. Me dí vuelta y

Loca + Norte XIV

La capital de Salta es linda, muy linda, pero es una capital, y se me venía dando por huir de las capitales. Me bajé en la Terminal y me fui directamente a un hostel que me había recomendado Edu. Era una casa vieja, reciclada y políglota. Esa misma noche comimos un asado en una mesa larga en la que se hablaban muchos idiomas a media lengua. Después del asado, guitarreada y a llenar las mochilas de cerveza para seguir guitarreando desde lo alto de un cerro desde donde se veía la linda Salta iluminada. Debo de haber usado la cama de ese hostel como mucho dos horas. Habremos vuelto de la guitarreada en el cerro a las 5 y a las 8 de la mañana partía mi micro con destino a Cachi. Vuelta a la Terminal de Salta. Vuelta a subir a un micro. Dormí todo el recorrido y cuando me bajé en Cachi reconocí a dos australianas que estaban parando en el hostel de Salta. Las saludé y nos fuimos juntas a buscar un lugar donde pasar la noche. Cachi es un pueblito cálido con gente que saluda con una sonrisa e

Loca y Norte XIII: el entierro del diablo

Solamente en ciertas ocasiones, ciertos hábitos molestos de los amigos, se transforman en favores que les agradeceremos hasta la eternidad. Así fue que el llamado de rutina de Jebus al celular de los domingos a la mañana cuando sale borracho del bar, se transformó en el despertador que nos salvó a Javi y a mí de pasar por Humahuaca sin sexo y de disfrutar a la vez del desayuno del hotel. Jebus llamó a las 9.30 como todos los domingos, me despertó, cuando fui a agarrar el celular de la mochila ya era tarde para poder entablar uno de nuestros diálogos borracho-media dormida, pero no era del todo tarde para despertar a Javi y decirle que teníamos poco menos de treinta minutos para tener sexo y desayunar. Así fue que nuestra primera vez la inauguramos con un rapidito con gusto a revancha. Desayunamos, fuimos a caminar y en el camino atendí el nuevo llamado de Jebús, quién aunque borracho entendió todo en mis gracias y te quieros y aún más sabiamente respondió: ah... ¡ya garchaste!.. bueno,

Loca y Norte XII: Loca+Javi:......

Las cinco horas que tuvimos que esperar para que saliese el micro a Humahuaca fueron interminables. Creo que no quedó rincón de La Quiaca sin conocer nuestros besos o abrazos, vereda en la que no nos hayamos sentado o recostado, calle que no hayamos caminado pensando en las ganas que teníamos de llegar a alguna cama en algún lugar de Humahuaca. No hubo cyber, ni caminatas, ni mates que acortasen la espera. Las horas pasaban a una velocidad inusual y nos mantenían como rehenes a la siesta de una ciudad fronteriza donde todos y todo parecían de paso. Hasta que finalmente llegó el micro que nos libraría de la espera interminable. Humahuaca nos esperaba cuando ya estaba cayendo la noche. Me quedé en la terminal con los bolsos mientras Javi fue a buscar un lugar para pasar la noche. “Listo, ya encontré. Vos no te preocupes que yo invito”, fue lo que me dijo Javi cuando me pasó a buscar para ir al hotel. El sommier, las sábanas con aroma a suavizante de ropa, las almohadas mullidas y l

Loca y Norte XI: y el destino se definió en la terminal

La Quiaca fue llegar, pasar la frontera a Bolivia para comprarle un pullover a Almendra y otro multicolores para mí y volver a la terminal con Javi para sacar nuestros respectivos pasajes con diferentes destinos. Javi se volvía a Humahuaca para ver la finalización de los carnavales, y yo partía rauda a Salta para seguir con la segunda parte de mi viaje. Primero fuimos a la ventanilla donde se compraban los boletos con destino a Salta, yo no me podía decidir por el horario más conveniente para viajar, mirábamos los horarios mientras la gente con bolsos, bolsas, mochilas y niños nos pasaban por delante, por el costado, por arriba y por encima. Entre el calor, la indecisión y el apretujamiento, Javi me agarró del brazo, me sacó a un costado de la terminal y me dijo: “¿y si te venís conmigo a Humahuaca?”. Y ahí mismo se me arremolinaron todos los pensamientos, los sentimientos, las impresiones, las sensaciones, y no pude más que quedarme callada por quince minutos mientras una parte mía se

Loca y Norte X: Loca+Javi III

Y resultó ser que Javi cumplía años al día siguiente, y a las doce lo festejamos juntos con cervezas y banda en vivo incluida. Y resultó ser que en esa noche, en que todas las estrellas se fueron hasta Yavi para saludarlo, me pidió que le regalase un beso; y así fue que, aunque el no lo supo, esa noche, la que se ligó un regalo sin haber cumplido años fui yo. Después de los besos, decidimos volver al hostel dónde nos esperaba una sucesión de eventos bizarros: la platense transando con el bajista de la banda en la puerta de la habitación, la habitación vacía y a mí que lo único que se me atravesó por la cabeza fue decir: “¿tomamos mate?”. Encontrar al cocinero masturbándose en la cocina cuando fui a buscar agua, mi corrida otra vez hasta la habitación para contarle a Javi del hallazgo, las risas, la certeza de que en el pueblo todos estaban en llamas y eso nos incluía, los mates que finalmente tomamos cuando el cocinero se recompuso, la primer noche que dormimos juntos sin acostarnos,

Loca y Norte IX: Loca+Yavi: Lejos, donde la luna sale, te vengo a encontrar

Entonces, a veces pasa, que las horas se relajan y marcan un compás muy diferente al vaivén de los 60 minutos a los que nos tienen acostumbrados. Y los eventos se suceden como un suspiro y al mismo tiempo se cristalizan en el aire para siempre. El día en que conocí a Javi las horas marcaron ese extraño compás. Todo lo que voy a contar, pasó en un día, y cuando cerré los ojos ese 24 de febrero, entendí que a veces pasa, que las horas nos regalan ese mágico vaivén. Lo mejor es recibirlas con una sonrisa y disfrutar todo lo que traen. Un, dos, tres.. y dice De acuerdo a mi versión de los hechos, entré en la cocina a buscar agua caliente para el mate, y me puse a charlar con una cordobesa que estaba lavando los platos. Cuando el agua estuvo lista, cargué el termo, me fui al cuarto a buscar los adminículos para tomar mates y me encuentro con el personaje con onda sentado en su cama, refregándose los ojos, quejándose porque la noche anterior no había dormido nada por estar de joda en Humahua

Loca y Norte VIII: Loca + Yavi

Llegué a Yavi para conocer a Javi. Lo entiendo un mes después, mientras escribo este capítulo de las vacaciones. También llegué al Norte para conocerme un poco más a mí. Javi se cruzó por el camino del Norte para que me mire en un espejo y termine así de aprender un poco acerca de mi actuar en las relaciones. Y aunque lo haya aprendido un mes después, y aunque no todo haya sido de ensueños y terminado con un “vivieron felices y comieron perdices”, y aunque todavía me siga preguntando porqué necesito tropezarme y caerme con la misma piedra para aprender y cuándo crecer dejará de ser algo doloroso hasta la médula, y aunque pensar en la idea de no verlo más me llene el corazón de desazón y vacío; la historia con Javi fue una de las más movilizantes, inspiradoras, contradictorias y a la vez hermosas que viví hasta ahora. Y porque no es justo empezar una historia por el final, y porque la historia con Javi post Norte pertenece a otra historia cuyo final es, espero, aún incierto: Llegué a Y

Loca y Norte VII: Loca y Hippie III - "El Asadito"

Nos encontramos con Hippie y Pulgas en la plaza frente a la terminal y fuimos al mercado a hacer las compras. Hippie caminaba las calles de Humahuaca saludando a los transeúntes, alzando niños, acariciando a los perros. Algo similar a un político en plena campaña proselitista. Una vez hechas las compras, me advirtió que la pensión en la que paraba, estaba un poco lejos de la ciudad. Ahí es donde nos dirigíamos minutos después, saltando piedras, pateando caminos de tierra, subiendo cerros, mientras yo me preguntaba y le preguntaba cómo volvería a la ciudad en mitad de la noche. Finalmente llegamos a la pensión, un lugar parecido a la vecindad del Chavo, con una pareja de vecinos jóvenes con hijos; hippies y rastas saliendo y entrando, y Doña Elia, la versión femenina del Sr. Barriga que justo en ese momento estaba reclamando el pago de las habitaciones. Hippie vivía en un cuarto sin ventanas, con una bolsa de box y un par de cueritos donde dormía con Pulgas. Nada más. Ni cama, ni mesa,

Loca y Norte: Loca y Hippie II

Empecé a desconfiar de la abstinencia de Hippie en el momento en que intercambiamos celulares en la mesa del Comedor. Me dijo que esa noche tocaba la banda de un amigo en un bar, y que estaba invitada a verlos. Le dije que a la tarde pasaba por el puesto y ultimábamos detalles, y me fui a recorrer los cerros. Bajando por los cerros, me interceptó un tucumano en bicicleta que me empezó a hacer unas preguntas sobre el camino y el paisaje que no supe contestar y entre mis respuestas huecas, filtró una invitación a tomar una gaseosa (aunque yo hubiese preferido una cerveza). Así que, ya cansada y con sed, accedí a tomar una Sprite en el escalón de una casa cualquiera de Humahuaca. El locuaz tucumano me contaba de sus días en Buenos Aires, de su ocupación actual, de sus vacaciones en bicicleta. En eso estábamos cuando me llega un mensaje de Hippie reclamando mi ausencia en su puesto e invitándome a comer un asado a su casa. Le respondí que cómo, dónde y cuándo, y me despedí del tucumano qu

Loca y Norte V: Loca y Hippie I

Y así es como en tantas ocasiones, el mate resultó ser el señuelo ideal para el comienzo de una charla. Antes de que llegase el mediodía, ya me había enterado de que Hippie tenía 31 años, era oriundo de Necochea dónde había dejado dos hijas, que había viajado por diferentes lugares del país vendiendo artesanías, que vivía en Jujuy desde hacía dos años, que tenía un perro que se llamaba Pulgas y la absoluta certeza de que las piedras desprendían energía. El agua del termo se terminó y venía siendo la hora de emprender la retirada, porque además, me quedaban algunos lugares de la ciudad por recorrer y quería sacar algunas fotos. Me levanté del escalón en el que nos habíamos sentado a tomar mate, me despedí y cuando me estaba yendo, Hippie me dice: -Si querés, podemos almorzar. Accedí. Recorrí la ciudad, saqué unas fotos, y volví buscarlo para el tan mentado almuerzo. Me llevó al comedor de un conocido en el que hacían unas empanaditas de queso de cabra riquísimas, que acompañamos con un

Loca y Norte IV: voy a despertar al indio que duerme bajo mi elegante sport

La primera vez que pisé Humahuaca era de noche. Más tarde descubriría que la ciudad tenía una especie de imán que me haría regresar una y otra vez. Se transformó en algo similar a un punto de partida y de llegada. Cuando dimos con el hostel dónde pasaríamos la noche, estaban celebrando el carnaval en el comedor y había locro y chicha para todo el mundo. Bailamos, celebramos, comimos, tomamos. Al día siguiente partimos a Iruya, un pueblito sostenido en el medio de los cerros, las quebradas y el tiempo. Volvimos a Humahuaca porque Edu salía a la mañana del otro día a Salta a reencontrarse con la mochilera francesa. Edu se fue muy temprano. Yo me desperté tarde con toda la tranquilidad a cuestas y sin ningún programa en mente. Me bañé, me puse la pollera roja de bambula y me fui a tomar mates a la plaza. Enfrente a la plaza hay un monumento inmenso y desmesuradamente grande para la ciudad. Para llegar a las estatuas de bronce que coronan la obra, hay que recorrer unas escalinatas más alt

Loca y Norte III: estábamos antes que tus franquicias arruinen todo este lugar

Con Edu la pasábamos muy bien. Nos reíamos de todo. Parábamos en hostels (una experiencia cercana a la convivencia en Gran Hermano pero sin cámaras ni micrófonos, ni nominados y expulsados, y con gente que hablaba en diferentes idiomas). Teníamos que estar explicando casi todo el tiempo que no éramos pareja, e incluso hasta llegamos a pensar en mandar a estamparnos una remeras con la leyenda “estoy sola”, o “no somos novios”. Cada vez que veía algún chico lindo por la calle, Edu decía: “te estoy escupiendo el asado, che”. Sin embargo, por más chico lindo que se cruzase, yo lo seguía extrañando a El y hubiese querido que compartiera conmigo siquiera un tercio de todo lo que estaba viviendo. Tilcara tiene una mística muy diferente a Purmamarca. Es un pueblo más grande, con callecitas empedradas y tiene mucha, pero mucha onda. Comer salchipapas con una Norte bien fría en la plaza era lo más de lo más. En un puestito de artesanías enfrente de las ruinas de Tilcara conocimos a Esther, una s

Loca y Norte II: fui con mi tristeza, fui para pelear

La tucumana se bajó del micro en Tucumán, y en unas horas más, llegaba a Jujuy. El plan inicial era recorrer la ciudad, hacer noche y al día siguiente viajar hasta Tilcara. El plan se desmoronó cuando bajé del micro y lo ví a Edu esperándome. Era el mediodía. Fuimos a comer, y en el medio de un plato de fideos con salsa me fue contando todas las novedades de su viaje: los lugares que había visitado, la gente que había conocido, la quiaqueña con la que había estado, la mochilera francesa de la que se había enamorado y con quien posiblemente se reencontraría en Salta en un par de días. San Salvador de Jujuy es lo más parecido a José C. Paz con montañas que podría describir en mi vida. Así que, en vistas de las circunstancias, huimos de esa ciudad con rumbo a Purmamarca. En el micro, entre mate y mate, Edu me preguntó cómo habían quedado las cosas con El. Yo le conté que antes de sacar el pasaje le había declarado mi amor y mis ganas de estar juntos, y que El había declarado que aunque se

Loca y Norte I : Ajustáte el cinturón

No tengo ninguna pista sobre la causa que me impulsó a elegir el destino. Lo único que se, es que algún día del mes de agosto empecé a decir que me iba a ir de vacaciones al norte. No se porqué. No me inspiraron fotos de alguno de los paisajes, ni un testimonio de alguien que haya estado ahí. No se de dónde saqué la idea. Lo que cierto es que, un 15 de febrero estaba sacando pasaje para viajar el 17 a Jujuy. De casualidad, por esos días andaba dando vueltas por el norte mi amigo Edu. En Buenos Aires habíamos acordado encontrarnos en alguna parte del camino para recorrer un tramo del trayecto juntos. Ni bien tuve el pasaje en la mano, le mandé un mail confirmando que el 18 estaría llegando a Jujuy. Al día siguiente, recibí como respuesta que no estaba seguro si podría pasar a buscarme. Así las cosas, armé la valija, le dejé a Almendra algunas recomendaciones para que pase de vez en cuando por el departamento a ver al gato, cerré la puerta y me fui. Durante las 20 horas que duró el viaje

Mientras me abrazaba el sol

Mirando lejos, a la nada y al todo Escuchando las palabras que te susurra el viento en el medio del silencio Dejando entrar por los poros a los millones de partículas microscópicas que contienen una pista del misterio de la existencia. Mirando lejos. Estando lejos, pero acercándose a lo profundo Escuchando lo que te dicta la sangre, porque en definitiva, ahí están las respuestas.

El norte te come el alma

Contarles que por estas altitudes todo es demasiado bello e impactante como para poder decirlo en letras. Uno anda con la cámara a cuestas y con muchas ganas de sacarle fotos a todo lo que ve, pero ni siquiera con las fotos se puede llevar el aire, la gente, la música, la mística y la atmósfera. Contarles que el primer día que estuve por acá, me crucé con el diablo por una calle desértica de Purmamarca y me pegué un cagazo bárbaro, pero al otro día nos hicimos amigos y bailamos por una callecita de Tilcara. Contarles que la gente local es de lo mejor. Que las comparsas te sorprenden por la calle cual si fueran piquetes, y uno ahí va, cantando y con talco en la cabeza, un nene que le agarra a una la mano como si nada, y algún borracho que se le para al lado (por suerte pude zafar y encontré a la madre del niño rápidamente). Contarles que acá se encuentran alemanas que con 23 años salen a recorrer el norte; francesas que con haber trabajado 4 meses se pueden pagar el viaje por latinoamér

Y yo que no quería 14 de febreros, ni cumpleaños feliz

Si hace 11 años alguien me hubiera venido a decir que ese chico que se sentaba en el fondo del aula y se revelaba frente a cualquier profesor iba a terminar durmiendo conmigo en la cama de un departamento que iba a alquilar en Capital, le hubiera dicho que se dedicase a otra cosa porque prediciendo el futuro estaba en el horno. Si hace 7 años alguien me hubiera dicho que ese mismo chico que hizo el colegio conmigo, del cual ya casi me había olvidado cuando me lo crucé una vez por el barrio y me dijo que se iba a casar con tal por cual, iba a compartir 7 años después, mi cumpleaños con los amigos que supe cosechar luego de dejar el barrio, le hubiera dicho que estaba sentenciando incoherencias, y si lo necesitaba, le podía recomendar un psiquiatra. Si hace 5 años, alguien me hubiera dicho que en algún agosto del 2005, me iba a volver a encontrar con ese mismo chico con el que fui al colegio, quién ya venía cargando con una cuasi separación de bienes y que tras el encuentro, compartiríam
Entonces eran casi las dos de la mañana cuando El me llama todo entre angustiado y enojado para decirme que tiene un quilombo en la casa dónde vive, y que si le puedo dar asilo “político” por dos semanas. Y entonces le digo que sí, porque nunca lo voy a dejar en banda, y porque encima dormir con El es como volver a un lugar dónde nunca estuve antes. Pero entonces es cuando corto el teléfono e involuntariamente brota desde el centro de la médula (calculo yo) una especie de pánico atroz. No es pánico de compartir el departamento por dos semanas con El, no. No es miedo de que nos terminemos tirando con los platos a los dos días de convivencia. No es incomodidad porque me quite algún espacio de privacidad. No es ni siquiera pánico de que descubra que tengo el extraño hábito de mirar lo que hacen en la casa del Gran Hermano antes de irme a dormir mientras tomo mate. No. Ni siquiera es vergüenza de que se entere que cuelgo las bombachas en la canilla de la ducha...No, no. En realidad es....

Categorías

Conversación con El tras el asado con motivo de haberse celebrado mi cumpleaños. El: tus amigos, una masa, todos me cayeron bien... L: si, creo que vos también les caíste bien, porque cuando los fui a despedir a la puerta Dany no paraba de decirme: “cuídalo, cuídalo”. ¿Te trato mal, yo? El: Um.. no, ¿qué te quiso decir?...Capaz se cansaron de verte desfilar con tipos, y quieren ver a alguno más de dos veces seguidas. Yo pensé que se habían ido pensando que tus amigos del barrio éramos unos negros de la villa. L: nah. El: el novio de tu amiga una masa, es re grunge, se sabía todas las canciones que tocábamos con la guitarra. L: tienen una banda con mi amiga, ella canta y el toca la guitarra. El: no, pero ese es el pelado. Yo te hablo del otro novio y de tu otra amiga. El dolape no es grunge, el dolape es punk, ves nena, no entendés nada... Ajá. No, mi vida, en realidad ni siquiera sé cómo caracterizar a un grunge, ni cómo describir un punk. Pero que tenés una forma de categorizar totalm

Señor gerente:

Al finalizar la entrevista con el gerente de la multinacional de comidas rápidas, el profesional me pregunta: -Y vos,¿ sos consumidora de nuestros productos? L: Um.. la verdad que no. No me gusta el tipo de comida de los locales de comidas rápidas. Gmcr: ah.. estamos a tiempo de convertirte igual... L: Um.. no creo.. Gmcr: Bueno, si no es ahora, será cuando tengas hijos... L: Ya veremos... Fin de la conversación... Señor gerente de la multinacional de comidas rápidas: No se lo dije durante la conversación porque no me parecía apropiado, y quiero conservar mi trabajo, pero tal vez, debiera usted saber que durante los 12 años a los que asistí a un colegio evangélico, ellos no pudieron "convertirme" a su religión. Ahora, ¿usted cree que sería tan fácil convertirme a su cultura de las comidas rápidas y los big mac chun combos, así cómo si nada?... y no sólo se queda con ese desafío, sino que ¿supone que acompañaré a mis hijos a su tan sucia institución?... Sepa señor gerente que

Loca y amigo de acompañante de Amiga

La Loca se está poniendo vieja, así que hoy, rememora viejos tiempos y postea una anécdota ocurrida durante el verano pasado, que seguramente hará la delicia de chicos y grandes. Y dice así: Eran tiempos en que Loca y Amiga lloraban penas de amor en brazos de chicos ajenos. Amiga tenía un acompañante que estudiaba medicina en Buenos Aires, pero era de alguna localidad del interior que ya no recuerdo. Una noche de algún sábado del verano pasado, Amiga le dice a Loca que su acompañante tenía un compañero de la facultad, también del interior, para presentarle. Así es que, ese mismo sábado por la noche, Amiga, acompañante, amigo de acompañante y Loca cenan, mira una película, toman cerveza y charlan hasta que amiga se va con acompañante a uno de los cuartos del departamento. Loca y amigo del acompañante se quedan hablando de política en la mesa de la cocina hasta que se termina la cerveza y se disponen ir a comprar más. En el trayecto de regreso del kiosco donde adquirieron la bebida, amig

Loca y Larva

Eran casi la una y media de la madrugada cuando entré al cuarto. En el preciso instante en el que me senté en la punta de la cama escuché algo que caía en algún lugar entre la pared, la cabecera de la cama y la mesa de luz. A partir del ruido de la caída, empezó un sonido similar al de un gusano gigante gestándose en un capullo, que avanzaba por el piso hacia dónde estaba sentada. Pensé que era el gato que estaba acicalándose bajo la cama. Pero, cuando fui al otro ambiente del departamento para buscar un libro que había dejado arriba de la mesa, me lo encontré al gato, que sentadito y moviendo la cola me miraba con cara de ¿qué pasa que me mirás así?, porque yo debería de tener cara de ¿qué hacés acá? ¡se supone que tenés que estar acicalándote abajo de la cama!!. Y fue en ese preciso momento en el que me invadió el miedo irracional de ser atacada por aquella larva gigante que se estaba gestando debajo de mi cama. Lo primero que pensé fue en llamarlo a El, pero no me acuerdo su teléfon

Para ellos y sobretodo para ella (aunque no lea)

Nos encontramos en los márgenes. Nos unen los autores, los libros, la música, la ropa, la comida, la bebida y los hábitos que atraviesa la ideología compartida. Nos une el caminar en el mismo sentido. Nos unen las soledades y sabemos que el único agente que nos puede separar es la muerte. A mis amigos los encontré en los márgenes. Se acercaron cuando estaba llorando en un rincón porque no me quería quedar en la salita del preescolar. Los conocí cuando me quedaba al costado de la cancha porque nadie me elegía para jugar al vóley. Me acompañaron con un café cuando iba al bar de la facultad “sin onda” al que no iba ninguno del resto de los compañeros. Los conocí cuando compartíamos las horas en un trabajo burócrata que llegamos a odiar. Me ayudaron a trazar estrategias para poder irnos juntos de ese mismo trabajo. Brindamos en navidades mientras olvidábamos nuestras penas. Los encontré cuando me separé porque me llamaron para salir un sábado en el que todos estaban con sus parejas. Y así

¿Qué te iba a decir?

Obviamente te escribo esto porque estoy convencida de que nunca vas leerlo, y no me importa que lo lean unas 30 personas por día (según con el contador que está al final del blog). Te escribo porque cada vez que nos encontramos pienso en decírtelo, pero cuando te miro a los ojos, se me nubla todo, me agarra vértigo y sólo atino tomar un vaso de cerveza, y después otro, y otro más, y entonces empezamos a debatir sobre los cánones sociales y las desigualdades y me pierdo entre el gesto de tus labios, tu mirada calma, la contundencia de tus palabras, y yo; que lo único que puedo hacer es seguir tomando cerveza y pensando en que en cualquier momento se me va a escapar lo que quiero decirte, y en ese momento me salva el gato, que se sube a la silla que quedó vacía y nos lo quedamos mirando como bobos por 15 minutos. Escribo lo que te quiero decir porque temo que salga al final de alguna de esas frases brillantes que tirás a la mesa así como si nada, cómo cuando me asombrás con esos datos qu
Lo extraño no era que siendo las 12 del mediodía, en una esquina céntrica de Buenos Aires hubiese un señor con un pullover y un poncho de gaucho haciendo un show para los transeúntes mientras el termómetro marcaba los 40 grados de sensación térmica. Lo raro tampoco era, que al doblar la esquina, en el balcón del primer piso de un edificio de departamentos, hubiese otro señor calvo y barrigón en slip rojos y en cuero, parado en un banquito colgando la ropa de una soga. Lo raro del caso, es que, en esa zona céntrica, a esa hora, y con ese calor, los transeúntes que pasaban estuviesen demasiado ocupados, caminando rápido, hablando por sus celulares y mirando para adelante; como para poder girar su cabeza y prestar atención arriba o al costado.