Los consejos de Edu se me habían grabado a fuego en el inconsciente. Sino, no se explica que al día siguiente, cuando volví a la oficina luego de comprarme ropa, lo ví al barbudo online, le conté que venía de comprarme un straples (¿?) y sin esperar por respuesta más que un “qué bueno” me dijo.. “Uy, buenísimo. Lo podés estrenar el viernes cuando salgamos, porque este viernes salimos a comer, ¿no?”. Le dije que sí. Y empecé a entender un poco de la dinámica de la que me habló Edu. Uno tira el centro y el otro cabecea. Mirá vos, parecía que a veces hasta me podía comportar como una señorita de esas que andan con strapples y salen con chicos que juegan al tenis. Parecía nomás.