Siendo que E me interesa y En también. Siendo que ninguno de los dos son excluyentes (ninguno solicitó exclusividad, ni se hace llamar “novio”), pero, a la vez, ninguno sabe de la existencia del otro. ¿Qué pasaría si, un día cualquiera voy por la calle con, por ejemplo, E, y se cruza En y me encaja un beso en la boca, como siempre hace cuando nos encontramos? ¿Qué pasaría si ocurriese lo mismo, pero a la inversa? Todas esas preguntas, y algunas mas, no se me habían pasado por la cabeza hasta hoy a la mañana, cuando, mientras desayunaba con E, me llega un mensaje de texto de En diciendo que estaba cerca de casa y que tenía ganas de pasar a verme. En ese momento, agradecí a la tecnología por la discreción de los mensajes de texto. Pero igual, a vos te hablo, al señor de barba... ¿ya volviste de las vacaciones y empezaste a jugar otra vez conmigo como si fuese un pin y pon?. Um.. no, la que volví de las vacaciones soy yo.