Skip to main content

Y afuera hace frío y está la luna

Lo último que veo antes de dormir es el tatuaje. El tatuaje que está en su brazo que me abraza como el último acto del día, de ese día, pero como algo natural que se hubiera repetido todas las noches, de todos los días, de todos los siglos del universo.
Y su brazo me abraza mientras fijo la vista en su tatuaje y lucho contra las fuerzas que me quieren llevar del lado de los sueños; la frontera en donde la conciencia me abandona.
Pero es inútil luchar, los ojos se van cerrando como hipnotizados por el tatuaje en el antebrazo, el tatuaje de un sol que me mira y sonríe.
Y mientras el sol me mira y me abraza, me dejo abandonar a la cálida sensación hipnótica del sueño, del calor del sol y del abrazo; me dejo caer al abismo del sueño y de su abrazo.
De un brazo que me abraza y me salva del abismo de la vigilia, pero me acompaña a hundirme en las bondades del sueño. De un sol que me ofrece el calor para arrojarme al descanso necesario, a pesar de que afuera hace frío y está la luna.

Comments

la99 said…
poetiza
y vos, te harias uno?
Juan Ignacio said…
Un poeta y escritor español una vez dijo "La luna, complice de la muerte"... y tienen razon.
Guil Astobiza said…
paradójico.
Qué lindo que haya un brazo que la abrace.
No lo pensó?
Mas allá de tatoo, claro.
Un beso
Lucy.-
lauruguacha said…
Uy! Qué feo que es salir del cálido abrazo para meterse en el mundo cruel...
Loca_Sola said…
la99: mirá que lo pensé muuhchas veces, pero no, creo que no.beso!
Juan: :) gracias por pasar Juan, y aportar tan lindos comentarios. Beso!
Thales: ajá, si, si, Saludos!
Lucy: si, lo pensé y lo agradezco, y le agradezco tambien a ud por pasar.
uru: si, ni hablar! Saludos

Popular posts from this blog

No hay muestra mayor de compromiso que dar las llaves de la casa, departamento, habitación de pensión, lo que sea que fuese la morada de una. El compromiso no se demuestra con hechos, con presentar la familia, ni siquiera con un anillo. No. Darle las llaves a otro no es un hecho dejado al azar, no es una cuestión de practicidad, no es “para no bajar a abrir a la mañana”, para “que le vayas a cambiar las piedritas al gato”. No. Dar las llaves es “dar las llaves”. A razón de verdad, yo di mis llaves una sola vez. Fue un acto ingenuo, casi obligado y con el que cargué mucho tiempo. El también me dio sus llaves. Finalmente, el devenir de los hechos hizo que sus llaves terminaran fundiéndose con muchas otras en el Monumento al Che, las mías vaya a saber dónde, pero bueno, ese es otro tema. Por eso, yo ahora ando con mi par de llaves, otro en la casa de Almendra y otro en lo de Perro. Nada más. Ni a mi madre. Las llaves son una cuestión muy íntima. Y hace un par de semanas, cuando le quise b...

!!!¿?!!!

La semana pasada. Dos lugares diferentes. Dos hombres distintos. La misma pregunta: -¿Estás tomando fernet?. Tras la respuesta afirmativa, la misma exclamación: -Qué raro que una mujer tome Fernet.

¿Qué te iba a decir?

Obviamente te escribo esto porque estoy convencida de que nunca vas leerlo, y no me importa que lo lean unas 30 personas por día (según con el contador que está al final del blog). Te escribo porque cada vez que nos encontramos pienso en decírtelo, pero cuando te miro a los ojos, se me nubla todo, me agarra vértigo y sólo atino tomar un vaso de cerveza, y después otro, y otro más, y entonces empezamos a debatir sobre los cánones sociales y las desigualdades y me pierdo entre el gesto de tus labios, tu mirada calma, la contundencia de tus palabras, y yo; que lo único que puedo hacer es seguir tomando cerveza y pensando en que en cualquier momento se me va a escapar lo que quiero decirte, y en ese momento me salva el gato, que se sube a la silla que quedó vacía y nos lo quedamos mirando como bobos por 15 minutos. Escribo lo que te quiero decir porque temo que salga al final de alguna de esas frases brillantes que tirás a la mesa así como si nada, cómo cuando me asombrás con esos datos qu...