“Bueno, se supone que si estás de novia no podés hacer esto. Osea, si le pregunto a mi novia qué hizo el sábado a la tarde y me dice que estuvo tomando cerveza en el cuarto de la casa de un amigo, no me va a caer muy simpático” decía Juan, mientras yo miraba a mí alrededor y caía en la cuenta: estábamos los dos sentados en su cama, hablando de la vida, tocando la guitarra, escuchando música y mirando fotos. (El día de mi cumpleaños, Elchico me dijo si quería ser la novia. Creo que es la primera vez en mi vida que alguien me pide formalmente “ser la novia”. Yo me reí de ternura y le dije que sí; ¿qué podría haberle dicho?. No iba a salir con un planteo de personadecasitreintaconunamochiladefantasmas cuya respuesta hubiera sido “yo tengo muchos problemas y no creo en las relaciones monogámicas” (¿?)). Y la cosa es que después de algunas semanas de la declaración de Elchico, ahí estaba: conociendo el departamento nuevo de Juan un sábado a la tarde de mucho calor y tomando cerveza, claro....