“Cuando uno usa gorro con visera siente una especie de techo arriba de los ojos” me explicaba el chico tras haber discutido sobre publicidad, cine, Gran Hermano, socialismo, Chayanne, los viajes de Marley por el mundo, Coco Silly. Ahora estábamos en casa. Habíamos ido a tomar unas cervezas a un bar y lo invité a subir con la excusa de un fernet. Pero seguíamos hablando. De Ipod, de investigaciones de mercado, de directores de cine. Y eran las cuatro de la mañana y seguíamos hablando y tomando. Y mis ganas de irme a dormir le ganaban a las ganas de besarlo o de ir a dormir con é. Porque, estaba todo bien, pero ya se nos había pasado la hora. Entonces, otra vez le mentí diciendo que al otro día me tenía que levantar temprano y le bajé a abrir la puerta de salida. Increíblemente en el palier seguíamos hablando. Le recomendé que bajásemos la voz porque íbamos a despertar a los vecinos y fue cuando el chico dijo: -¿Y si en vez de hablar nos besamos? “Cuando uno besa a alguien que usa gorro...