Subirse al auto y dejarse llevar. Reirse mucho. Escuchar música nueva. Escuchar música vieja. Compartir códigos casi sin conocerse. Que te respondan a las preguntas sin tener que formularlas. Dar respuestas sin que te formulen las preguntas. Saber qué hacer, qué decir, y cómo sin siquiera pensarlo. Dormir. Mirar como la medialuna se refleja en el mar mientras tomás vino con música de fondo. Contar secretos. Escuchar secretos. Charlas de dioses y propósitos; y olas que rompen en la cara. Noches de medialunas y luces extrañas que simulan estrellas. Mas vino. Dormir abrazados y despertarse con besos de labios morados. Subirse al auto y dejarse llevar. Ese era el secreto.