Skip to main content

Lado A | Rojo


Si pienso en la noche en que lo conocí, la primera imagen que se me viene a la cabeza es que estaba sentado enfrente mío, en una mesa de amigos de un amigo, algunos de los cuales terminaron siendo mis amigos y me ayudaron a asomar la cabeza del pozo en el que estaba metida. Pero esa es otra historia.

La cuestión es que no se porqué se me dio por apretar el botón de retroceder y volver a aquella noche en que lo vi por primera vez. Estaba todo medio oscuro (en el bar y en mi cabeza). Creo que él tenía puesto algo rojo y no paraba de hablarme. Me acuerdo de sus ojos encendidos, hablándome. No me acuerdo mucho de lo que me decía, pero (y acá una de las cuestiones fundamentales) me hacía reír. Me acuerdo de él hablando y de mi risa, hacía meses que no la escuchaba. En un momento apareció (no se porqué) una de sus ex parejas a saludarlo, algo que me pareció rarísimo, pero en ese momento todo parecía raro. Pasó algo más esa noche, algo totalmente fuera de lo normal, pero lo guardo para el lado B de esta historia, porque este relato tiene una cara más oscura y les adelanto, por si ya se habían enamorado, que esta no es una historia de amor.  
Siguiendo con esa noche, recuerdo también a un cantor de tango, que hacía frío, y, de lo que más me acuerdo, es de mi tristeza.
Cuando salimos de ese bar en Almagro, yo quería irme con mi amigo, pero el llevaba a mucha gente en su auto y se iba para el sur, y este chico que (creo) estaba de rojo me dijo que me llevaba en su auto que sí, era rojo. Me acuerdo que cuando subí noseporqué pensé que era arquitecto, que miré al asiento de atrás y había una frazada (no se porqué me acuerdo de esto, pero la mente tiene esas cosas, creo) y que había algo en el aire que me hacía pensar en niños, aunque no había juguetes, ni nada. No me acuerdo de mucho más, no porque estuviera borracha (creo), sino porque esa cuestión era totalmente intrascendente para mí, todo estaba absolutamente teñido por mi tristeza y por las ganas de que mi vida volviera a ser como era antes.  
¿Y después que más pasó? Pasó de todo, pero yo me acuerdo por ráfagas. Lo siguiente que me acuerdo es que me agregó al Facebook y pensé que tenía hijos, porque tenía fotos con niños, pero tampoco me importaba (demasiado).

Comments

Popular posts from this blog

No, Marcela no está.

La firmante declara que los hechos que se narrarán a continuación ocurrieron en las primeras horas del domingo, y que bajo ninguna circunstancia se encontraba bajo los efectos de ningún estimulante. Siendo las 12.30 de la madrugada del domingo, suena el portero del departamento que comparto con gato. Era Lula. Me pongo mis pantuflas rojas con corazón azul y bajo a abrirle la puerta. Cuando me dispongo a abrir la puerta de entrada, diviso que detrás de Lula aparece un sujeto, de unos 35 años, castaño de tez blanca. Pensando que tal vez el sujeto estaría aprovechando que abriese la puerta para entrar al edificio, esperé a que sacase la llave (si es que vivía en el lugar) o en su defecto tocase el portero. Pero nada de eso ocurrió. El sujeto miró a Lula y le preguntó en un tono coloquial: -¿Está Marcela?!. Ante esta pregunta, Lula entre asombrada, risueña y algo asustada, me mira a mí, lo mira al sujeto y le dice: -No sé de lo que me está hablando. Tras la respuesta, el sujeto me mira a m
No hay muestra mayor de compromiso que dar las llaves de la casa, departamento, habitación de pensión, lo que sea que fuese la morada de una. El compromiso no se demuestra con hechos, con presentar la familia, ni siquiera con un anillo. No. Darle las llaves a otro no es un hecho dejado al azar, no es una cuestión de practicidad, no es “para no bajar a abrir a la mañana”, para “que le vayas a cambiar las piedritas al gato”. No. Dar las llaves es “dar las llaves”. A razón de verdad, yo di mis llaves una sola vez. Fue un acto ingenuo, casi obligado y con el que cargué mucho tiempo. El también me dio sus llaves. Finalmente, el devenir de los hechos hizo que sus llaves terminaran fundiéndose con muchas otras en el Monumento al Che, las mías vaya a saber dónde, pero bueno, ese es otro tema. Por eso, yo ahora ando con mi par de llaves, otro en la casa de Almendra y otro en lo de Perro. Nada más. Ni a mi madre. Las llaves son una cuestión muy íntima. Y hace un par de semanas, cuando le quise b

Pesadilla

 Te me apareciste en un sueño. Yo te decía que por favor tuvieras cuidado porque en los próximos meses te ibas a morir. Vos me decías: ¡¿qué?! Mientras te reías en esa media lengua que mantenía lo universal de la sonrisa compartida.  Y te seguías riendo, como si fuera un disparate.   Y sí, lo era. Y sí, aún lo sigue siendo. Aunque sea increíblemente real.