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No hay muestra mayor de compromiso que dar las llaves de la casa, departamento, habitación de pensión, lo que sea que fuese la morada de una. El compromiso no se demuestra con hechos, con presentar la familia, ni siquiera con un anillo. No. Darle las llaves a otro no es un hecho dejado al azar, no es una cuestión de practicidad, no es “para no bajar a abrir a la mañana”, para “que le vayas a cambiar las piedritas al gato”. No. Dar las llaves es “dar las llaves”. A razón de verdad, yo di mis llaves una sola vez. Fue un acto ingenuo, casi obligado y con el que cargué mucho tiempo. El también me dio sus llaves. Finalmente, el devenir de los hechos hizo que sus llaves terminaran fundiéndose con muchas otras en el Monumento al Che, las mías vaya a saber dónde, pero bueno, ese es otro tema. Por eso, yo ahora ando con mi par de llaves, otro en la casa de Almendra y otro en lo de Perro. Nada más. Ni a mi madre. Las llaves son una cuestión muy íntima. Y hace un par de semanas, cuando le quise b...

!!!¿?!!!

La semana pasada. Dos lugares diferentes. Dos hombres distintos. La misma pregunta: -¿Estás tomando fernet?. Tras la respuesta afirmativa, la misma exclamación: -Qué raro que una mujer tome Fernet.

tus besos me saben a hierba

Jebus tenía una teoría sobre la saliva, los besos y la compatibilidad a la que solía adherir. El decía algo así como que, a través de los besos y la saliva del otro, uno podía darse cuenta si era compatible genéticamente. Entonces, si te gustaba la saliva y los besos del otro (aunque no se haya lavado los dientes por cinco días, ponele), quería decir que la compatibilidad era alta, en cambio, sino, por más que el otro tuviera un aliento impecable, estabas en el horno. Era algo así como una cuestión de la naturaleza ó la preservación de la especie ó algo así. Y ahora que lo pienso, las personas de las que me enamoré, todas tenían este componente de la saliva rica, que las diferenciaba de quienes tenían un aliento a brisa del bosque, pero a mi no me llamaba la atención en lo más mínimo. Todo esta cuestión viene a que, hoy pensé que no hay nada por estos días (y por aquellos de hace menos de un año) que me guste más que darle besos a Elchico. Podría estar besándolo por cinco días ininterr...