Entre las 19.30 y las 20 horas es cuando el dolor en el pecho comienza a hacerse mas agudo y se siente con mayor intensidad el vacío que deja la ausencia. Porque sabe que pasó un día más. Porque sabe que va a pasar una noche mas, y una mañana más en la que despierte y la almohada de al lado siga vacía. Y porque cae en la cuenta de que El no va a volver. Y así va a ser hoy, y mañana y pasado y tras pasado. Y dentro de su cabeza sólo resuenan las voces optimistas de los amigos, de los que siempre están para intentarle arrancar una sonrisa con algunas frases hechas. Que lo mejor es lo que va a venir. Que lo bueno se hace esperar. Que siempre podés aprender del que se va, aunque te deje llorando dos semanas seguidas.
Pero desde el mas oscuro pesimismo sólo piensa en por qué se supone que tiene que ser así. Por qué se supone que el orden natural de las cosas siempre gira hacia el bienestar y la felicidad.
Y es justo ahí, en el fondo de la mas profunda de las reflexiones pesimistas, en dónde se produce el punto de inflexión, y nace desde el pecho una especie de calor que lucha por mantenerse encendido hasta que se va transformando en un fuego que ofrece una tibieza cada vez mas intensa. Debe de ser esa la chispa que hace avivar el fuego que la impulsa a abrir los ojos todas las mañanas y realizar movimientos tan mecánicos como necesarios. Bañarse, darle de comer al gato, desayunar, vestirse y tomar el subte que va al trabajo.
Porque en realidad, no sabe si lo bueno llega alguna vez, o si todo se encamina indefectiblemente hacia la tranquilidad y felicidad con el solo hecho de desearlo.
Sabe que el impulso vital que la mantiene en pie se basa en seguir descubriendo las buenas razones que quedan para seguir luchando y la certeza de que la única forma de encontrarlas es seguir marchando.
Pero desde el mas oscuro pesimismo sólo piensa en por qué se supone que tiene que ser así. Por qué se supone que el orden natural de las cosas siempre gira hacia el bienestar y la felicidad.
Y es justo ahí, en el fondo de la mas profunda de las reflexiones pesimistas, en dónde se produce el punto de inflexión, y nace desde el pecho una especie de calor que lucha por mantenerse encendido hasta que se va transformando en un fuego que ofrece una tibieza cada vez mas intensa. Debe de ser esa la chispa que hace avivar el fuego que la impulsa a abrir los ojos todas las mañanas y realizar movimientos tan mecánicos como necesarios. Bañarse, darle de comer al gato, desayunar, vestirse y tomar el subte que va al trabajo.
Porque en realidad, no sabe si lo bueno llega alguna vez, o si todo se encamina indefectiblemente hacia la tranquilidad y felicidad con el solo hecho de desearlo.
Sabe que el impulso vital que la mantiene en pie se basa en seguir descubriendo las buenas razones que quedan para seguir luchando y la certeza de que la única forma de encontrarlas es seguir marchando.
Comments
Algo más cruel que decirme: No te quiero más, no voy a volver nunca más y no me persigas.
OK.
Saludos!
Que se mejore.
Saludos
un gusto leerte
Loca: Tocaya! qué pasó!?? arriba carajo!!.. si vivieras cerca, saldríamos por los caminos en busca de almas nuevas!!.besos y que estés mejor!
Mandinga: Gracias. No voy a entrar en cursilerías. Por eso, solo digo.. Gracias!
l´ada: salgase de la rutina. Gracias por leer y visitar.
Caperucita: gracias por el apoyo, por el comentario, por leerme y por escribir. Saludos
Viva Perón: mire que ud si sabe leer entre lineas, eh!!. a ver si descifra la banda sonora del proximo post.