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Una

Y así es como una regresa de la casa de sus viejos un sábado a la tarde, con media tristeza a cuestas, una bolsa de comida casera dentro de su mochila, y toda la reflexión que le ofreció el vaivén del tren que la devolvió a Capital.
Y así es como una, ni bien llega a su departamento recibe el llamado telefónico de Lula, quién la invita a una Fiesta Verde que se hace esa misma noche en algún lugar del Abasto. Y una le aclara que anda con media tristeza a cuestas, pero Lula insiste e incluso le dice que vaya a comer a su casa y se alquile una película.
Y una con media tristeza a cuestas accede, y como su tristeza no resiste historias de amor con finales felices, ni siquiera escenas de sexo de alguna película de acción; frente al exhibidor del video club, se decide por un documental.
Y una llega entonces a lo de Lula, con media tristeza a cuestas, una bolsa de golosinas y La Marcha de los Pingüinos, (que al final tenía escenas de sexo y de amor, pero bueno, son animales, así que no cuenta).
Y una comienzan a ver la película mientras Lula se queda dormida, pero una, con la media tristeza ya convertida en un cuarto, le presta tal atención a la película que ahora es casi una experta en materia de pingüinos Emperadores.
Así es, como a la hora señalada llega el amigo Edu para ir a la fiesta y deben despegar a una del televisor porque quería ver todos y cada uno de los bonus del DVD.
Y finalmente una, Lula, Edu y un cuarto de tristeza se suben al taxi para ir a la Fiesta Verde. Allí supuestamente se encontrarían con el amigo Jebus.
Al bajar, en la puerta del lugar, un chico excesivamente amable les informa que hubo una equivocación, que ahí no hay ninguna fiesta, sino que se estaba llevando a cabo una convención de jugadores de Juego de Rol.
Una, Lula, Edu, y el cuarto de tristeza acuerdan que ante el cielo encapotado y las gotas que empezaban a inundar las veredas del Abasto, era mejor, entrar y esperar a Jebus allí mientras apreciaban la fauna del lugar.
Ya adentro, el chico excesivamente amable les ofrece una cerveza, sillas y una mesa, mientras a su alrededor se desplegaban mesas con personas disfrazadas que tiraban unos dados, hablaban cosas inentendibles y anotaban cosas en unos papeles.
Y así es que llega la cerveza, la mesa, las sillas y un mazo de cartas frente a la mirada atónita de Una, Lula y Edu. Chico excesivamente amable no paraba de hablar. Entonces Una, Lula y Edu improvisan una jugada de ChinChon y lo invitan a jugar.
Y así es como a la media hora, ingresa Jebus al recinto y con toda la cara de sorpresa del mundo, se acerca a la mesa y ante su exclamación: ahh.. bueno! ¿Qué hacen acá? ¿Qué es esto?, Una no puede mas que soltar la mejor carcajada de toda la noche al imaginarse esa escena vista desde afuera.

Y entonces, ahí, es cuando Una se dá cuenta que había dejado al cuarto de tristeza en la puerta del lugar.
Y Una espera no encontrarla al salir, sino que se haya diluido junto con los gotones que inundaban las calles del Abasto.

Comments

Anonymous said…
Desearia saber si te pasa algo?...
Santiago said…
Uno, no puede sacarse de la cabeza la imagen de ese pingüino perdido en el medio de la nada...
Anonymous said…
te cuento que tu cuarto de tristeza....
de golpe te solto....
pero me la agarre yo .. y no me suelta..
by solocomolocomalo
la99 said…
la historia de la fiesta verde...la escuche, despues la lei...
siempre leerla es mas emotivo!!!
porq ud escribe como los dioses

y no es fria como un pinguino!

slds
Loca_Sola said…
Santiago: el pinguino errante y solitario que se muere porque no pudo seguir a sus pares.. triste, triste...
La99: se agradece de corazón.. mucho.. gracias.. saludos... Besos!!

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